miércoles, 20 de febrero de 2013

NO LO CONOCERÁS BASTANTE. La exigente intervención en el legado construido

Extracto del artículo del mismo nombre escrito por Ignacio Paricio para el número 110 de la revista "Arquitectura Viva"


Una nueva especialidad amenaza la aproximación sistemática del arquitecto al proyecto: el experto en intervención en edificios monumentales. La arquitectura difícilmente admite especialidad en el proceso creativo del proyecto, aunque evidentemente necesite a los especialistas para dialogar y desarrollar aspectos particulares. La intervención en edificios históricos sólo es una forma más del trabajo del arquitecto.

Me recuerda Lluís Clotet que Sostres enunciaba (…): “todo está construido”. Ningún edificio es radicalmente nuevo. Los vecinos, la calle, el resto de la ciudad, incluso el paisaje, forman una construcción existente sobre la que el arquitecto interviene para conseguir una nueva globalidad. El trabajo sobre edificios históricos es un proyecto con más datos previos. Plantea todas las dificultades de la proyectación arquitectónica con un grado mayor de complejidad. A la sabia y jerarquizada combinación de las múltiples variables que el arquitecto debe manipular en un proyecto de obra nueva, se añaden las consideraciones que establecen los elementos preexistentes. Éstos, además, matizan y distorsionan las apreciaciones de cada una de las anteriores variables: la composición exige tener en cuenta las trazas del edificio anterior, los materiales elegidos están condicionados por un listado ya iniciado y la inserción en el entorno añade relaciones que no pueden obviarse.


Biblioteca Ciudadeda, I. Paricio 
 






(…) El respeto, la puesta en valor de lo que llamamos las preexistencias supone la búsqueda de herramientas que hagan compatibles la nueva función y la valoración del estado actual de lo viejo.

(…) La tesis de este artículo defiende que siempre será necesario conocer profundamente el material sobre el que trabajamos. Sólo después de profundizar en ese conocimiento será posible imaginar la nueva construcción, poner en valor lo existente por continuidad o por contraposición, o incluso por manipulación para conseguir unos nuevos objetivos adecuados al problema actual. En todos casos será necesario un conocimiento muy profundo del sentido, forma y tipo del edificio existente para poder introducirlo en la elaboración del nuevo proyecto. No quiere esto decir, como hemos visto, que las características de las construcciones originales deban imponerse al resto de los elementos proyectados. Quiere decir que deben ser tenidas en cuenta para desarrollarlas, contradecirlas o manipularlas.

(…) El edificio sobre el que se interviene contiene una ingente cantidad de información que debe ser perfectamente aprendida a lo largo del proceso de elaboración del proyecto. Conocer sus raíces tipológicas, su respuesta propia al entorno, las razones íntimas de su forma. 

Cuanto antes mejor, desde luego, pero es muy difícil ver sin saber qué es lo que tienes que mirar. Es fácil ver colores y texturas, un poco más difícil conocer materiales y formas, y mucho más difícil conocer sistemas y tipos. Las decisiones tomadas al conformar el proyecto primigenio cierran el camino de las infinitas posibilidades iniciales hasta reducirlo a una presentación final: el edificio tal como nos llega.

(…) Pero si la comprensión de estos temas constructivos es tan importante para la restauración aún lo es más la comprensión tipológica del edificio para la intervención arquitectónica. 

martes, 5 de febrero de 2013

EL TIPO EN ARQUITECTURA


Extracto del libro “Las variaciones de la identidad”, que recoge la tesis doctoral de Carlos Martí Arís, arquitecto y profesor de Proyectos en la Escuela de Arquitectura de Barcelona.


Plantas de edificios de tipo basilical
“Si nos atenemos al significado que el término “tipo” posee en el lenguaje no especializado, vemos que equivale a forma general o conjunto de propiedades que son comunes a cierto número de individuos u objetos. (…) Esa misma acepción general es la que empleamos al hablar de “tipo arquitectónico”. Reconocemos así la posibilidad de establecer clasificaciones en el extenso y múltiple dominio de la arquitectura, y de hallar, más allá de la singularidad de los objetos, ciertos rasgos comunes que nos permitan identificar clases de edificios.

(…) Nuestra definición de tipo, expresada en los más escuetos términos, dice así: UN TIPO ARQUITECTÓNICO ES UN CONCEPTO QUE DESCRIBE UNA ESTRUCTURA FORMAL.

Esta definición implica tres corolarios de capital importancia, a saber:

_ el tipo es de naturaleza conceptual, no objetual: engloba a una familia de objetos que poseen todos la misma condición esencial pero no se corresponde con ninguno de ellos en particular;

_ el tipo comporta una descripción por medio de la cual es posible reconocer a los objetos que lo constituyen: es un enunciado lógico que se identifica con la forma general de dichos objetos;

_el tipo se refiere a la estructura formal: no le incumben, por tanto, los aspectos fisionómicos de la arquitectura; hablamos de tipos desde el momento en que reconocemos la existencia de “similitudes estructurales” entre ciertos objetos arquitectónicos, al margen de sus diferencias en el nivel más aparente o epitelial. “