Hace ahora un año
comenzaba un nuevo curso de Proyectos, y lo hacía con un viaje a la ciudad que
nos iba a servir de telón de fondo para todos los proyectos: Bayona. Los siguientes
proyectos que se mostrarán en el blog corresponden a una serie de actuaciones
realizadas en Bayona, Francia, en el curso de proyectos IV durante el año académico
2011-2012.
Estas son las primeras
reflexiones del lugar…
Una de las primeras impresiones
que uno se lleva al llegar y recorrer la
ciudad de Bayona es, precisamente, la de encontrarse constantemente en diferentes
espacios, pequeños, reducidos, flanqueados por los edificios residenciales de
los lotes góticos que, sin ser grandes edificaciones, tienen la escala
suficiente como para hacerte ver que estás dentro de un mundo diferente al
amplio espacio del exterior de la ciudad. En cuanto asoma un vehículo entre las
calles enseguida parece sacado de contexto, como un elemento más fuera de la
escala del casco.
En este tránsito rápidamente se
comprende el funcionamiento de esta villa medieval. Las plazas, espacios que en
su día y todavía hoy por hoy son lugares de encuentro, relación y ocio, se
encuentran ligadas a elementos significativos de la ciudad. La catedral, el mercado… todos ellos vienen asociados a
estos pequeños espacios que se plantean necesarios para el funcionamiento de un
modo de urbanismo de espacios austeros, refugiado hacia el interior de las murallas
en busca de protección. Las calles entre lotes circulan sin una jerarquización
planificada; tanto es así que tan solo al salir del casco y llegar a las
orillas de La Nive puedes apreciar realmente cuáles tienen o han tenido mayor
importancia a lo largo de la historia de la ciudad, gracias a los puentes que
unen ambas Bayonas, la Vieja y la Nueva o los edificios de carácter público que
han ido asomando a dichos viales.
Ascendiendo y descendiendo en
todo momento, son espacios pensados para ser recorridos, sin pararte a mirar u
observar. Es un urbanismo de sorpresas, con bruscos cambios de dirección,
sentido, altura e incluso muros, pues muchas son las veces en las que una
fachada al fondo de una calle, o incluso el propio río, te obliga a girar en
una dirección diferente.
Sin embargo, situados ya en la
Bayona Nueva, una vez atravesado Le Reduit y siguiendo por la orilla de
L’Adour, el carácter se convierte en diferente. El contacto con el sistema
defensivo de Vauban hace que esos pequeños espacios abiertos que veíamos en la
otra orilla ganen en amplitud y aparezca una calle más ancha, ajena al lote
gótico y en su día el arrabal, que va dando a los distintos espacios de interés
de la Nueva Bayona y permite atender a los edificios que asoman a izquierda y derecha.
De hecho, cabe destacar la importancia de esta orilla de La Nive como punto
donde en su día fueron apareciendo los distintos conventos y ha permitido que hoy por hoy aparezcan todas
las estancias de los cuarteles y espacios reconvertidos de cara al entorno
universitario.
Con todo ello, Bayona se presenta como una ciudad pequeña, cómoda; realizada a escala humana, como casco medieval que es. Sin embargo, en algo difiere de los cascos medievales a los que estamos habituados, y posiblemente sea el aire y carácter de los edificios. Las fachadas a los ríos y a los espacios públicos que asoman en la telaraña del casco, e incluso esa relación con los edificios de estilo neoclásico, propios de las ciudades francesas, es algo que difícilmente se puede encontrar en núcleos medievales de nuestro entorno. En la misma Bayona se puede encontrar tanto el casco medieval y artesanal, como el aire de grandeza de las ciudades francesas que asoman a un río.
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